viernes, 8 de enero de 2010

PAULA



Javier piensa que no es una hora adecuada para un corte de cabello, pero también sabe que “Sadas” corte y spa, atiende horario corrido. Sabe también que en ese horario no hay mucha clientela y la chica que siempre lo atiende le dará trato de rey.

La puerta de vidrio se abre. La sonrisa de la adolecente aprendiz le da la bienvenida.
Javier le pregunta si esta Paula y ella le responde afirmativamente. Luego lo guía hasta un sillón color rojo.

El salón, luce casi desierto. Las dos estilistas que allí se encuentran, también le sonríen mientras una le hace la manicure a la otra.

Paula aparece rodeada de un halo de satisfacción. No se puede decir que sonríe al verlo, pues da la impresión de que esa sonrisa es eterna; es como si hubiese tomado una dosis de calmantes, pero sin que estos le quiten el brillo a sus ojos. Lo saluda y se lamenta de sus fachas, mientras se acomoda el cabello con las manos. Javier, le sonríe con la intención de hacerla sentir bien, aunque está un poco decepcionado.
-¿Parece que interrumpí tu siesta?
-No… Solo estaba dando vueltas… - Responde con ese tono de voz que siempre usamos para negar lo obvio, ese mismo tono de voz que acalla la frase sincera: ¡Si huevón, acabas de cagar mi siesta!
¡…Pero qué rico es estar en la camita ¡ Agrega en tono de queja, mientras le señala el sillón donde le cortará el cabello.
-¡Si!… no hace falta que lo digas... Esa carita de felicidad lo dice todo.- Comenta Javier, sonriéndole con cierta malicia.

Una pisca de rubor toman las mejillas de Paula.

Javier, cierra los ojos y deja que lo preparen para el ritual que puntualmente realiza cada mes: Cortarse el cabello.

Mientras busca la tijera adecuada, Paula pregunta cómo le va. Javier aun con los ojos cerrados, escucha en silencio y le responde que bien… que no se puede quejar como lo trató la vida la semana que pasó.

La tijera chilla al cortar el aire repetidamente y Los ojos de Javier, se abren al instante para observar, como la mano izquierda de Paula, selecciona con delicadeza uno de los cabellos que acarician la cima de sus adorados fetiches. En ese instante las pupilas de Javier se dilatan como si ingresaran en la oscuridad y acarician los senos que le hacen pagar 30 soles por un corte de cabello, que en otro lugar le costaría 10, más una gaseosa de cortesía.

Paula, observa maravillada el trozo de cabello entre sus dedos índice y pulgar y luego de unos segundos lo deja caer, convencida de que su espectáculo ha sido un éxito.
-¿como siempre? Pregunta Paula
-¡Como siempre! -Responde Javier y la mira a través del espejo, como diciéndole: Aun despeinada ¡te deseo!
Paula le sonríe, pues a sus casi 32 años entiende muy bien ese lenguaje.
Le coge los cabellos, como calculando el tamaño que creció desde la última vez que lo tuvo entre sus manos, y empieza a cortarlos con la tranquilidad de quien cree tener todo el tiempo del mundo. En el piso una ligera alfombra de cabellos negros va tomando forma.
-Que rápido crece tú pelo; parece que hubiesen pasado meses.
-Eso parece, pero solo ha pasado un mes… crece muy rápido y se esponja, por lo que se ve más grande de lo que realmente esta.
-Sí. Me da la sensación de estar tocando un peluche Ja ja ja – Bromea medio reprimida y luego le hace una recomendación.
-Deberías usar un champú antifritz
-¿Anti que?
- Ja ja ja ¡Antifritz!, es para que tu cabello no se esponje.

Todas ríen: Ellas de su ignorancia y él, porque no le queda otra.

Aun sonriente, Paula observa su trabajo a través del espejo, pues desde allí tiene una perspectiva más completa de lo que está haciendo.
-¿Te estás preparando para la noche? – Pregunta Paula, cuidándose de no parecer interesada.
- Uhmm. No necesariamente… Ya veremos qué pasa.- Javier responde dando evasivas, aunque la verdad es que no tenía nada para esa noche; la verdad completa, es que ya eran muchos los fines de semana, que no salía a divertirse; así que esta, era la oportunidad que esperaba.
El silencio se impone: Ella esperaba otra respuesta, pues le ofrecía la oportunidad que Javier le había pedido con los ojos.
-¿Y tú? Pregunta Javier, rompiendo el silencio y decidido a todo.
- he quedado con unas amigas para salir a bailar – Responde Paula y hace silencio como esperando una respuesta. Al no obtenerla continua - Pero una de ellas llamó hoy para decir que no puede… ¡Seguro el odioso de su enamorado no quiere que salga!... Así que ya no sabemos que pasara.
- ¡Pide permiso al enamorado! - Repite Javier, como para convencerse de lo que escucha y luego pregunta ¿Es su enamorad, o su padre?
-Ja ja ja… Así le hemos dicho, pero no hace caso… siempre nos hace lo mismo. Quedamos en algo y luego no va… ¡Es una tonta! No me explico cómo aguanta a un tipo como ese... –Paula, va hablado de su amiga, como si recordase alguna relación pasada. Luego expresa una conocida frase a manera de protesta, pero que indirectamente también dice: Estoy sola.
- … Como dice mi amiga Paty : “Solita me jaraneo mejor”.
- Ja ja ja… Olvídate de la amiga que pide permiso y llama a Paty. Aun queda mucho tiempo para planear una noche divertida…

Javier corta su charla repentinamente para sacudirse los trozos de cabello que intentan ingresar a su ojo derecho, jodiendo el momento más oportuno para invitarla a salir. Paula deja la tijera, coge una brocha suave, y en silencio le quita los putos pelos, que están jodiendo su cita. En ese instante un aroma suave, pero muy perceptible, se filtra en la nariz de Javier, generando un torbellino en sus hormonas.

Hecho un animal, se guía por su olfato, intentando rastrear la procedencia del olor; aunque su instinto primario, ya conoce la fuente y su ubicación. El tiempo se detiene para Javier.

Paula, Observa con detenimiento el rostro de Javier y detecta unos trozos de cabello sobre su labio superior, así que pasa la brocha con suavidad produciéndole ligeros cosquilleos en los labios y nariz. En ese instante Javier se convence de la procedencia del aroma.

La imagina acostada sobre la camilla de masajes… Las manos ocultas bajo la blanca toalla… Respirando bajito…
-¿Así está bien? - Pregunta Paula, sacándolo de sus fantasías.

La mira a través del espejo y la ve sonreír feliz, al parecer satisfecha de su obra.

-Si… si… está muy bien - Responde Javier, sin volver del todo a la realidad.