jueves, 29 de abril de 2010

TRAS LOS PASOS DE ARANCHA APELLANIZ


Esta vez me alejo de Madrid, voy tras los pasos de mi maestra. He cogido mis armas y con ellas he viajado en tres trenes y un autobús. He probado una de ellas en el trayecto y ha funcionado correctamente. Satisfecho la he vuelto a ocultar en mi bandolera.
Moral zarzal se abre ente mis ojos como un pueblo de cuento. La primavera ha tomado sus montañas y la nieve se ha reservado momentáneamente los terrenos más altos.

Queda frente a la plaza de toros, así que no tenéis pierde. Esa era la referencia (recordé) que había dado La Maestra Arancha, y justo la tenia ante mis ojos.
El centro cultural, albergaba la feria del libro. Pasee por ella, mientras pensaba, si el mejor momento para hacerlo sería: Cuando realizaba su disertación sobre Benedetti o en plena firma de libros.


-Es en el auditorio, pero ya hace buen rato que comenzó. Si te apresuráis aun podréis escucharla. Me dijo sin sonreír la que atendía el modulo de información, mientras me señalaba la puerta del auditorio.
Allí estaba ella, en lo alto; donde solo están los que logran victorias. Su imagen bonachona Iluminaba más que la tenue luz de las bombillas.
Estoy demasiado lejos y hay muy poca luz. Pense mientras la observava. Tendrá que ser en plena firma de libros. Es mi última posibilidad. Cocluí.
Volví a probar la más importante de mis armas y me acomode tranquilo. Escuche a Benedetti a través de su boca y de otras que se sumaron al homenaje. Fueron cantos a esos momentos tan humanos que tienen nuestra vidas, a esas etapas que aun sin querer o merecer no podemos escapar. Quien no se ha dejado llevar por la nostalgia, por el amor, por el erotismo… por la euforia, por la esperanza.


Los aplausos acallan las voces, el murmullo se hace más fuerte y las butacas se alivian de su carga.


Al parapeto de la gente que fluye en busca de libros, la observo mientras firma sus libros; saco mi arma preferida y la encuadro. Las personas que están delante de mí se abren. Solo queda ella asomando entre los hombros de la pareja que ajena a la inmortalización del momento, le solicitan sus grafías. Presiono el pulsador. Arancha Apellaniz, Sonríe. 
-Mierda - me digo mientras observo en la pantalla de mi cámara de video la palabra ERROR oscilando repetidamente hasta apagarse.


ARANCHA APELLANIZ AUTOGRAFIANDO SUS LIBROS EN MORALZARZAL