sábado, 4 de julio de 2009

SABANAS NUPCIALES


Gastón, despierta sobresaltado y se encuentra con el rostro amargado de su recién desposada mujer. Medio confundido pregunta por la hora. Sin tratar de encubrir su enojo, Tania le dice que son casi las ocho de la noche.
Gastón, da un brinco, y sale corriendo hacia el baño. Tania lo espera impaciente. Quiere abandonar esa casa inmediatamente.
La mama de Gastón intenta disuadirlos de partir a esa hora. Tania sonríe de dientes para afuera, no esta dispuesta a quedarse allí y pasar su noche de bodas en casa de sus suegros, teniendo reservada una habitación en un hermoso hotel, así que decide hacérselo saber a su esposo, apretándole la mano disimuladamente. Gastón entiende el mensaje, así que le agradece a su madre, le explica que tienen que marcharse, pues mañana temprano tendrá que estar en la oficina. Su madre no insiste, conoce a su hijo y sabe lo terco que es.

En el trayecto hacia la parada de buses, Gastón le pregunta por que no lo levanto antes. Tania, con los ojos chispeantes de rabia, le dice, casi mordiendo las palabras, que en varias oportunidades intento levantarlo, pero que todo fue vano.
- Debió ser el alcohol – Se justifica - Sabes que no estoy acostumbrado a tomar - hace una pausa, para sobarse la barriga y continua - Pero es nuestro matrimonio. Había que hacerlo. Concluye, y le presiona los cachetes, tratando de congraciarse.
Ella ríe de mala gana y se soba las mejillas con tanta delicadeza, que parece no tocarse.
- Hay mis cachetitos. Se van a arrugar - refunfuña - no se, después tu me pagaras la cirugía.
- No te preocupes - le dice Gastón en son de broma – Las mujeres guapas no necesitan cirugía.
- Si. Seguro - responde incrédula – lo que pasa es que eres un tacaño.
Gastón ríe de buena gana y ella descarga lo que aun queda de su rabia, apretándole con fuerza uno de los tantos “rollos” que Gastón cultiva con tanto esmero desde su adolescencia.
- ¡Hayyyy! – Grita Gastón, exagerando el dolor y sin importarle que alguien escuche. Tania lo abraza apresurada y sonríe nerviosa.
- cállate, cállate, que la gente esta escuchando. Se apresura en decir, al tiempo que trata de taparle la boca, llenándolo de besitos por toda la cara.
- Dejo de quejarme si me coges las bolas – le dice Gastón inesperadamente a modo de chantaje, y sin reír.
Tania lo mira sonriente y decide hacerlo, sabe que Gastón seguirá haciendo “teatro” si no hace lo que le pide, y por que en el fondo le gusta la propuesta.
Lo abraza, mira en todas las direcciones posibles para cerciorarse de que alguien no vea lo que va hacer y deja que sus suaves y largos dedos hagan su trabajo.
- Ahhh.. Que placer. Susurra al sentir la mano de su mujer cogiéndole los cojones.
- ¡ya esta! ¿Satisfecho? Le dice Tania, sonriendo maliciosa. El la mira y en son de broma le reprocha.
- Que mañosa ja ja ja como se te ocurre cogerme los huevos en la calle. Ja ja ja
- No te hagas el gracioso eh, que aun estoy temblando de nervios.
Gastón le da un beso, de los que a ella le encantan: Un beso casi de niños, en los que apenas hay un roce de labios.
- Ahora esperaremos un bus y ¡ listo !, con suerte antes de media noche estaremos en el hotel.
- Claro, como tú ya dormiste, pero yo estoy cansada. Protesta Tania.
Gastón le coge el mechón de cabellos lacios que le caen sobre el ojo derecho y trata de acomodarlos, al tiempo que le pregunta.
- ¿De veras estas cansada?
- Cansada es poco.
- Entonces quedémonos acá… en algún hotel frente al mar. Sugiere Gastón
- ¡No!... es muy caro.
- Tan caro no creo que sea – miente Gastón, pues es temporada de verano y el hotel tiene fama de ser muy caro - Que perdemos con probar.

El mar deja sentir su canto, y la fresca es mas intensa. Gastón aun se siente aturdido por el alcohol y siente una bola de fuego en el estomago.
La fachada del hotel no es la gran cosa, pero los que atienden, se creen algo más que eso.
A Tania, le parece desmedido el precio de la habitación, se le nota en sus enormes ojos (Aun sin delinear) Gastón, sabe eso, no solo por sus ojos, sino por el fuerte apretón de mano que recibe, es como si le dijera ¡vámonos de aquí¡ Gastón, se hace el desentendido y pregunta si esa habitación tiene vista a la playa. El recepcionista le dice que no, que tampoco es matrimonial, y que es la única que le queda.
- ¿Qué hora es Tany?, pregunta Gastón. Tania intenta ver la hora en su reloj pero este se ha dado la vuelta en su delgada muñeca, así que suelta la mano de Gastón, acomoda rápidamente el reloj y le dice que son la nueve y media.
- Ni modo - dice el- hay que tomarla.
Tania se aferra al brazo de su esposo y recuesta su cabeza sobre el adiposo hombro, como diciendo: ¡gracias!... realmente estoy cansada y ya no aguantaba seguir de pie.

Una mujer gordita y de uniforma beige los guía hasta la habitación en el segundo piso.
Tan luego ingresan, Tania abre los brazos como una niña feliz y le pide a su flamante marido que la cargue hasta la cama. Gastón sonríe, y la complace. Tan pronto como se siente echada, se levanta y comienza a husmear por toda la habitación. Ingresa al baño, desde allí le hace saber que hay una tina y que quiere usarla.
Gastón, recibe la ropa que desde la puerta del baño, Tania le lanza (incluido el calzón) y como niña que se ruboriza, junta las rodillas, se inclina ligeramente hacia delante, cubre su pubis con la mano izquierda y retrocede como un cangrejo hasta desaparecer.
Gastón, cabecea en la cama unos minutos. Se hace el fuerte y se levanta. Tania esta medio dormida, el agua olea sobre sus hermosos senos. La despierta despacio, ella sonríe.
Tania juguetea con sus manos haciendo pequeñas tormentas en el agua. Gastón la mira, le coge una de sus manos y la hace que se ponga en pie. Besa ambas piernas, la hace girar y jala suavemente hasta tener su apretado trasero a la altura de su boca y estampa dos besos: uno en cada terso glúteo. La hace sentar sobre sus piernas y la abraza con fuerza. Tanía protesta mimosa, exagerando la falta de aire. Gastón, masajea sus hombros.
Los recuerdos brotan, las anécdotas se hacen presentes, el tiempo vuela y el agua se torna fría.
Tania se levanta, coge una toalla y se envuelve en ella. Gastón sonríe al notar que una de sus hermosas nalgas le escapa a la toalla. Ella no se da cuenta y el no le dice nada.
Echados sobre la cama, El siente un burbujeo en su estomago y Ella que sus parpados están punto de cerrarse.
No saben si hacer el amor como el deber manda o si dormir y esperar hasta mañana.
Ella, piensa que es su luna de miel y que debe hacer el amor, que para eso es la noche de bodas, Gastón esta erecto, pero se siente mal por el trago, pero al igual que ella piensa que es noche de bodas y que hay que cumplir con la tradición del empalamiento.
Gastón la mira, la ve hermosa y se siente feliz de haberla desposado.
- Ven. Le dice Tania, casi susurrante y lo cubre con la sabana.
La noche se adentra, el mar baila al ritmo de las olas y la cama se mece al ritmo de los núbiles esposos.
Aun jadeante, Gastón se incorpora y se retira al baño. Tania tiene las mejillas coloradas.
- ja ja ja ja. Tania, deja escapar una risa repentina, despegada de todo refinamiento.
- De que te ríes. Pregunta Gastón, casi gritando desde el baño, para imponer su voz al ruido de la meada.
Ella sigue riendo. No responde
- No me vas a decir de qué te ríes. Vuelve a preguntar Gastón.
Tania trata de contener su risa y le dice:
- Revísate el poto. Ja ja ja…
- ¿Para que? Responde Gastón saliendo del baño. Y tratando de hacerse el gracioso le dice.
- ¿no tendrías que ser tu la que se revise?
Tania, aun riendo ruidosamente, levanta una parte de la sabana donde hay una mancha amarillenta, con unas pequeñísimas salpicaduras un poco más oscuras.
- Ja ja ja ¡Te has cagado! ja ja ja ... Le dice Tania, haciéndole ojitos burlones.
Gastón, ríe de mala gana, sus enormes cachetes toman el color de la pulpa de una sandia madura, se tira sobre su esposa y maldice mentalmente la hora en que tomo tanta cerveza.