jueves, 3 de julio de 2008

SEGURO SOCIAL, A MAS MALES, MAS OPCIONES

Cuando a fin de mes, vez menos dinero al recibir tu sueldo, debido al pago de tu seguro social, te dices ¡Vale la pena! En cualquier momento lo puedes necesitar, y entonces todo será resarcido.
Hasta que llega el vendito momento, aunque debería ser el maldito momento, por que les aseguro que llegado ese día, empezaras a lamentar tener un seguro social.
Para empezar tendrás que madrugar y cuando hablo de madrugar quiere decir 4 a.m. Sea invierno o verano, joven o adulto, con dolores o sin ellos. Permanecer en una cola por mas de 3 horas, y si tienes suerte encontraras un cupo para ser atendido del mal que padeces y si no ¡piña! Tendrás que tomar la especialidad que sobra, pues no vas ha hacer cola por las puras.
Son más de las 7 a.m. Y por fin obtengo la cita. Tengo una dolencia en la columna, pero pasare oftalmología.
La cita es para las 11 del mismo día y no se si esperar o regresar a esa hora. Observo mi reloj. Las ocho. El medico debería estar allí, pero… para variar, aun no llega.
Media hora después asoma una señora rolliza vestida de blanco y comienza a recibir los tickets. (Debo ser el sexto). Cierra la puerta no sin antes decir que el “doctor” en unos minutos mas atenderá (cuando escucho “doctor”, me pregunto si habrá hecho algún doctorado para llamarlo así.). En fin… tendré que esperar.
Ya cerca de las nueve empiezan a desfilar los pacientes. A la velocidad con la que salen creo que en una hora más, estaré en mi trabajo ¡Calculo mal! No contaba con los recomendados.
Cerca de las 12 me atienden ¡Al fin! Pienso mientras paso al consultorio, que esta inundado de olor a transpiración. El bendito medico ni siquiera me mira y menos responde mi saludo. Desde su posición pregunta que me pasa. Le explico al detalle mi dolencia. Coge su recetario y garabatea algo sobre la primera hoja - Aplíquese estas gotas cada vez que le arda - Me dice, como si le fastidiara atender. Levanta la mirada y recién allí se da cuenta del enorme terigio.
Al salir, pensaba que lo más sensato hubiese sido ir a una farmacia y pedir gotas para desinflamar mis ojos y unas pastillas o frotación para el dolor de cintura y así haberme ahorrado las 8 horas que perdí. Me preguntaba también si había sido un medico el que me atendió (si a eso se le puede llamar atención) ¿o era un farmacéutico?
Sabrán estos médicos que el sueldo que reciben, se los pagamos nosotros, y por lo tanto son nuestros empleados… Seguramente si, pero definitivamente, las vacas, la tienen bien grande.